Rabia imaginaria
- Que rabia me da tener que cerrar el consultorio imaginario en la colonia, y más tener que abandonar a mis imaginarios pacientes, que no eran escasos de dolencias, aunque sobre todo padecían de ausencias, mis pacientes imaginarios, pobres, que será de ellos ahora… de ellos y sus rabias que no eran pocas, la espera eterna en el consultorio imaginario, el pago de los imaginarios honorarios del doctor… que rabia, pero a mi particularmente me da más rabia que, en mi ultima estupidez, ya me veía en el consultorio pasando consultas imaginarias, abriendo y cerrando el consultorio, atendiendo a los imaginarios, paseando por las calles empinadas de la no imaginaria Colonia, mientras esperaba que salieras del café para irnos juntos a casa… ahora seguirá siendo la Colonia sin mi, sin consultorio, sin pacientes ni dolencias imaginarias, pero sobre todo sin nosotros.
- Y esta rabia mía se transmite por capricho, porque ni mordida de mamífero hubo, qué lástima, con las ganas que tenia yo de morderte o ser mordido, de intercambiar saliva o cualquier otro fluido interno, de compartir mis propias enfermedades transmisibles contigo, rabia o tétanos o lo que fuera, hasta covid, con tal de estar contigo, con tal que ese nosotros existiera. Y se quedan sin hacer tantas cosas imaginarias, viajes a Paris, idas a la playa, hasta un cine que no pasa una película, con cotufas y chocolate incluidos, conciertos a los que no fuimos o fuimos con otros, pero que estuvimos imaginariamente juntos.
- Y me quedo con la duda de si ese nosotros fuera también imaginario, de si tú lo eres, si el imaginar cosas me llevó a enamorarme de mi idea de ti, tanto que crearte en mi mundo imaginario fuera una necesidad y compartir contigo en el mundo real nunca haya pasado, que tus ojos plomizos no existieran ni tu sonrisa ni tus manos pequeñas, todo fruto de mi imaginación, y cuando pienso en esto, me enrabio todavía mas, porque a pesar de todo y ser imaginaria, contigo, mi vida era mejor.
por Fernando Godayol