Mi terapeuta me ama
Nuevamente me encuentro en este dilema, tus cuestionamientos permanentes tus logros no cumplidos, tu expectativa de mí, necesito por una vez en la vida estar claro, y en esto seré como Girondo: irreductible; no quiero seguir sacrificando tiempo y esfuerzos por ti, necesito que me digas de una vez si me quieres y si estas dispuesta a seguir hasta el final sea cual sea ese final, a fin de cuentas mi bella querida, la vida es así, incierta, y en esta incertidumbre que tanto cuestionas hay belleza y esa belleza llega inclusive hasta la única y última realidad de la vida, la presencia innegable, inexorable, invisible, omnipresente, de la muerte, porque cariño todos nos vamos a morir, pero como decía Hobbes, la comiquiita, no el filosofo, cuando Calvin le aseguraba que todos nos vamos a morir y le replicaba, “sí, pero no hoy”, en fin para no dar mas vueltas y para decirlo en dos platos, ¿me quieres o no me quieres?, ¿estás dispuesta a asumir los riesgos que significa estar conmigo?, porque estemos claros, yo tampoco soy una perita en dulce, y lo reconozco, pero de una cosa estoy claro y es de quererte, y tampoco tengo veinte años, edad en la que cometer un error es sencillísimo y hasta recomendable, pero ahora a mis años ya no estoy para perder el tiempo, simplemente porque el tiempo ya no es tanto como antes. Tengo años escapando de mujeres así, años de terapia freudiana, conductual, hasta lacaniana, para ahora echarlos por la borda en esta relación contigo, mi terapeuta me mata, te juro que me mata… ¿Por qué eres así conmigo? ¿Por qué me deshechas ante la primera duda? Luego hago yo maromas y escribo y mando flores, ¿te he dicho que el florista me ama?, y mando mensajes por WhatsApp y te hago reír, un encuentro fugaz de esos que no duran mas de media hora, nos sentamos a la mesa, me miras a los ojos, y entonces, ahogado en ese gris azulado, que no se sí es plomizo con vetas verdes o plata con aguamarinas, me regocijo…
por fernando godayol